Mi madre tenía miedo escénico, así que tocaba el piano cuando todos estábamos ya dormidos. Tocaba piezas clásicas de Mozart, Beethoven… que se escapaban del salón y subían sigilosas por las escaleras. Se asomaban, casi invisibles, por la puerta de mi habitación. Y con ellas aparecían colores, formas...
Tengo miedo escénico yo también, así que aprovecho cuando todos duermen para tocar. A veces son piezas clásicas, otras contemporáneas. Me gusta pensar que los sueños de mis hijos tienen banda sonora y que aunque pocas veces me ven, en la oscuridad la música les acompaña.
En mis lienzos trato de representar la imagen que esa melodía dibuja, su huella en mi mente.
Cada una de mis obras lleva el nombre de una canción interpretada al piano.
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